Luis Caro
Esta bellísima canción era la segunda del Lado 1 del álbum The Morning After que Maureen McGovern grabó en 1973. El disco original -al menos el mío- tenía un fallo de sonido en el segundo verso de esta canción. Ese mismo año, unos meses antes, la canción había sido grabada por su autor, Paul Williams, y al año siguiente por Carpenters, quienes la convirtieron en un éxito. El mío es un intento casi imposible de cantarla al estilo de Maureen McGovern sobre una pista hecha para Karen Carpenter. Imposible, ya digo. Se puede comprobar.
Esta canción, grabada en 1977 por Carpenters, fue incluida en su álbum Passage, aquel que se editó en la Argentina sin el track de 'Don't Cry For Me Argentina'/'On The Balcony of the Casa Rosada', vetados entonces por la dictadura. Aquel disco, de colorida tapa, tenía sin embargo un inexplicable hueco de 8 minutos en una de sus caras. Eran las canciones que faltaban. Al año siguiente conocí la versión de Anne Murray, que me pareció más bonita y es la que tengo en la memoria. La dulzura de esta canción me impulsó a grabarla, a pesar de que el acompañamiento es bastante deficiente.
Esta canción fue compuesta a comienzos de los años setenta, pero yo no la conocí antes de 1976, en la versión de los Carpenters, que la incluyeron en su asombroso álbum 'Horizon'. La voz de Karen Carpenter se ajusta perfectamente a esta canción y a su línea melódica. Elegí para cantar la versión de Barry Manilow, que es también bonita pero que tiene dos saltos de tono hacia arriba que la complican bastante. A él se le da bien, pero a mí no tanto. La canción, tras la metáfora del juego de cartas, habla de un hombre que enfrenta su soledad por haber perdido su amor a través de la indiferencia.
